Dec 1, 2020
T2E20 – Juego de Máscaras
Los seres humanos nacemos, crecemos y morimos en medio de innumerables conflictos que permanentemente nos obligan a cuestionarnos y hacer concesiones. Pero no me refiero solamente a conflictos con otras personas, que también los hay en abundancia, sino a los conflictos internos con los que tenemos que lidiar mientras tratamos de entender quienes somos y qué queremos.
En el Episodio 4: La experiencia de la realidad, les contaba sobre las investigaciones en neurociencia que han determinado que la consciencia no es una sola, monolítica y objetiva sino que dentro de cada uno de nosotros existen varias expresiones de la consciencia que en su conjunto conforman lo que percibimos como el yo individuad.
Estas partes de nuestra conciencia perciben y comprenden el mundo de maneras diferentes. Mientras que para nuestra mente primitiva el mundo es un entorno peligroso en el que o somos cazadores o nos convertimos en presa, para nuestra mente de mamíferos nos dice que somos animales gregarios que necesitan cuidar a sus crías y vivir en sociedad. Asimismo, la parte de nuestra consciencia que habita en el neocórtex cerebral percibe una realidad temporal que las otras partes del cerebro no conciben y que nos hace pensar en términos de predicción y planificación.
Nosotros percibimos todo esto como diferentes perspectivas de la misma realidad, pero desde el punto de vista neurológico, son literalmente diferentes entidades conscientes que comparten recursos. Y no son solamente tres, existen una enorme cantidad de personas que cada uno de nosotros representa y sostiene en su interior temporal o permanentemente. Intensamente
En aquel episodio, conté también cómo la película Intensamente utiliza unos entretenidos personajes para describir, de una forma muy cercana al entendimiento actual del funcionamiento del cerebro, la forma en que funciona la mente de una niña de 11 años. En la película se muestra a Alegría, Tristeza, Enojo, Disgusto y Temor como entidades cuasi-independientes que controlan la mente de Riley, cada uno en el momento en que más conviene de acuerdo con las circunstancias.
Sin embargo, si viste la película, tal vez habrás observado que ninguno de los personajes de la mente de Riley son puramente la emoción que representan. En algunos momentos vemos a Alegría triste o asustada, a tristeza sonreír con un asomo de alegría y a desagrado molesta con los demás. Con seguridad, para hacer más interesantes a los personajes, los crearon con matices emocionales. Habría sido muy molesto que fueran 100% alegría, tristeza o desagrado.
La cuestión es que las múltiples consciencias que forman nuestra mente corresponden más con los personajes de Intensamente tal como los mostraron que si hubieran tenido una única emoción. Cada una de estas consciencias, o personas, para utilizar el término definido por Carl Jung, es una parte de nosotros, utiliza nuestro cuerpo, nuestros sentidos y las tres capas que forman nuestro cerebro. Por lo tanto, cada persona de nuestra mente tiene su parte instintiva, social, autónoma y trascendente. Esto quiere decir que cada persona tiene sus propios objetivos, miedos, rasgos de personalidad y forma de ver el mundo. Esto es importante porque como vamos a ver más adelante, de estas características es que surgen los conflictos de los que trata este episodio.
Vamos a ver ahora entonces los tipos de personas que habitan dentro de ti: Fuerzas Instintivas
Por una parte, están las fuerzas instintivas de los que hablamos en el episodio 15: Ángeles y Demonios. Esas entidades que algunas religiones consideran demonios y que para nuestros ancestros nativo americanos son los animales internos que debemos conocer y domar para que se sometan a la voluntad de nuestro Ser y no al revés.
Nuestros instintos surgen de las partes más internas del cerebro y son primitivos, salvajes, implacables. Su principal objetivo es asegurar nuestra supervivencia presionándonos para que satisfagamos nuestras necesidades básicas: alimento, jerarquía, territorialidad, seguridad. Normalmente estos instintos no toman características de persona, sino que se activan cuando nuestra vida está en peligro o cuando hemos desatendido una necesidad primordial. Sin embargo, en algunas ocasiones, estos instintos encuentran oportunidad para apoderarse de parte de nuestra conciencia.
Esto sucede cuando alguna circunstancia negativa o una experiencia difícil, generalmente durante la niñez, crean la percepción de que necesitamos la protección constante de uno de estos instintos. Por ejemplo, un niño maltratado que crece con el miedo constante a ser atacado, puede encontrar en la agresividad, una forma de evitar que alguien más abuse de él en el futuro. Una persona que haya sufrido de falta de afecto, validación o aprobación durante su infancia, puede desarrollar en el futuro un apego por la validación y conexión que recibe a través del sexo, y así sucesivamente.
En los ejemplos anteriores, la fuerza instintiva está presente o es invocada con tanta frecuencia que construye su propia personalidad: actitudes, costumbres y una forma de ver el mundo que no tienen nada que ver con el peligro o ausencia inicial de los que pretendía proteger, sino que tienen como único objetivo, asegurar su continua existencia, protegerse a sí mismos de desaparecer. Algo que sucedería instantáneamente si el Ser que habita se da cuenta que no necesita de esa persona y simplemente la disuelve.
Pero vamos por partes, dije que estas personas instintivas surgen a partir de un evento negativo, pero no me refería solamente a traumas violentos. La verdad es que todos tenemos al menos una o más de estas personas habitando dentro de nosotros. Lo que para nosotros los adultos puede ser algo insignificante o divertido, en la mente de una niña o un niño puede resultar traumático. Si piensas en tu infancia, seguramente recordarás esos eventos que nadie supo que te marcarían para toda la vida pero que aún los tienes presente y que le dieron forma a alguna parte de tu personalidad, o mejor, de tus personalidades.
En cualquier caso, hay momentos en los que nos encontramos vulnerables en algún aspecto de nuestra vida y sentimos que necesitamos algo de qué aferrarnos, entonces aparecen esos instintos de protección y supervivencia que en su forma sensible son impulsos y miedos. Pronto es evidente que ante una situación que se prolonga en el tiempo, estos instintos no son útiles y ellos se repliegan. Pero recuerda que nosotros necesitamos aferrarnos a algo, así que no dejamos ir al instinto que nos hizo sentir bien por breves momentos.
Puede ser que nos aferremos a un sentimiento de víctima que nos causa un temporal placer masoquista, o a llenarnos de comida, o aislarnos, o agresividad o sexo. Sea lo que sea que nos haga olvidarnos de nuestra vulnerabilidad, queremos que siga estando allí, así que el instinto regresa, pero aunque sabe que no tiene cómo ayudarnos, nos ofrece una mentira: que mientras esté a cargo, nos va a proteger y nada malo nos va a suceder.
A partir de allí, podríamos decir que ha nacido una nueva persona que toma el control de nuestra vida con frecuencia. En algunos casos, como sucede con las adicciones más graves, puede que sea con el control total de nuestra vida. Esa persona o demonio, como lo llamarían algunos, sabe que su existencia es ilusoria, que su basa en una mentira, entonces su principal razón de existir será el de asegurar su propia existencia. Roles
Vamos a ver ahora otro tipo de personas que habitan en nosotros y son los roles que representamos a lo largo de nuestra vida. También se les llaman máscaras porque a diferencia de los instintos, normalmente podemos elegir que rol representar o al menos sabemos a cierto nivel que lo estamos representando, entonces es como que nos quitamos una máscara y nos ponemos la otra.
Los roles se podrían agrupar en individuales, sociales y funcionales, y su orig…