En este episodio los relatos nos muestran que la validez de las lenguas criollas como lenguas de instrucción sigue siendo cuestionada y denegada, ésto independientemente de su transmisión generacional y su vitalidad etnolingüística. Otras lenguas, como el holandés en Aruba, Bonaire y Curazao o el español en San Basilio de Palenque y en San Andrés Providencia y Santa Catalina siguen ocupando el lugar oficial de la educación.