Las heridas del pasado, las heridas emocionales, dejan al corazón herido. Especialmente las producidas, conscientes o inconscientemente, por nuestros padres;
un corazón herido sin sanar, no podrá conocer a “DIOS, EL PADRE PERFECTO”.
Dios decidió que entraramos a este mundo como bebés, totalmente dependientes y vulnerables, porque quiso que su amor fuera aprendido en el seno de la familia. Deseó que los niños crecieran sintiéndose comprendidos, amados y aceptados; criados en un ambiente de amor y de seguridad.
Desgraciadamente las malas experiencias familiares, son un obstaculo para conocer el verdadero carácter de nuestro Padre celestial.
“Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el SEÑOR me recibirá en sus brazos”
Dios es nuestro verdadero Padre y siempre lo será:
EL PADRE PERFECTO.
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